—¡BASTARDO...!
Dentro de un palacio dorado por ahí, el Emperador Zorro, cuya conciencia acababa de ser eliminada por Lin Fan, aulló de ira. Esa imponente cara era sumamente malévola en ese momento.
¡Y pensar que ese tipo no le mostraría respeto alguno, incluso después de que su propia conciencia hubiera aparecido! ¡Maldito!
—Mi querido esposo, ¿qué es lo que te preocupa tanto? —Una mujer encantadora se acercó desde la distancia. Cada uno de sus movimientos eran tan cautivadores, como si no existiera nada en ese mundo que pudiera resistir su encanto.
—¡Hmph! ¡Y pensar que un simple humano se atrevería a desafiar mis deseos! ¡Maldita sea! —Al ver quién era la que había llegado, el Emperador Zorro se calmó un poco mientras tiraba de su tierna cintura en dirección a sus brazos.
El pequeño cuerpo de esa mujer se encontró aferrado estrechamente al costado del Emperador Zorro mientras parpadeaba de forma seductora.