—Hermano Xia, lo siento... solo te he estado usando todo este tiempo... Tengo mi destino a seguir... —río de lágrimas cayeron de ambos lados de los ojos de He Yuhan. No obstante, ni siquiera eso no detuvo el movimiento de sus manos; tenía que recuperar la Voluntad del Cielo pasara lo que pasara.
—No..., no te culpo. Todo lo que tengo me fue dado por ti. No importa lo que hagas, nunca te culparé por eso. ¡PERO, POR FAVOR, TE LO RUEGO, NO ME DEJES NUNCA…! —Xia Youtian gritó hacia He Yuhan. Poco a poco pudo sentir que una parte importante de su corazón desaparecía a cada segundo.
Era como si una vez que ese fragmento se hubiera disipado por completo, la hermana Yuhan también desaparecería por completo de su corazón.