—Hombre poderoso, ¿está lo suficientemente cómodo? —Preguntó un discípulo de la Secta Tongtian mientras masajeaba los dedos de Lin Fan con ternura y una sonrisa en su rostro. Esos movimientos, ese nivel de fuerza... Si no lo hubiera experimentado por sí mismo, Lin Fan no habría creído que un discípulo de la secta pudiera poseer habilidades de masaje tan impresionantes.
—No está mal, movimientos bien practicados. No está mal, no está mal —alabó Lin Fan mientras se recostaba en una silla de playa. Lin Fan llevaba consigo todo tipo de necesidades diarias todo el tiempo. Ese sentimiento en ese preciso momento de ser tratado como un Dios por esos discípulos era divino en efecto.
Ambos pies estaban siendo atendidos con ternura por dos discípulos. Ambas piernas también estaban siendo masajeadas. Ninguna de sus manos estaba ociosa tampoco. Con respecto a sus hombros, fueros atendidos por dos discípulas de la Secta Xianling a su derecha e izquierda.