—¡Maldición…! —Qing Huo maldijo por lo bajo mientras agitaba la mano y todo el aura desapareció al instante. ¡Malditos sean esos artistas marciales vagabundos!
—¡Discípulos, reuníos! ¡Todos debéis entrar en los terrenos prohibidos! ¡Si os topáis con algún artista marcial vagabundo, matadlos a todos! —Dijo Qing Huo con una expresión severa. Lo único que temía era que cualquiera de ellos tuviera la suerte de escapar con cualquier tesoro valioso o algo así. Para evitar que eso sucediera, todo lo que pudo hacer fue dar a sus discípulos la orden de matar.
—¡Sí, anciano! —Todos los discípulos de la Secta Llama Ardiente asintieron con la cabeza.
Las otras sectas enviaron a todos sus discípulos al interior de los terrenos prohibidos, junto con la Familia Yao.