El tiempo volaba, imposible de capturar o retener.
En un abrir y cerrar de ojos, había pasado un mes.
En la Secta Santa había una montaña como cualquier otra: la montaña sin nombre. Pero según pasaba el tiempo, los cotilleos entre los discípulos de la secta externa solían tratar de esta montaña.
En el día de hoy, Lin Fan salió de su casa de madera tras un mes de retiro. En un mes, aparte de investigar el refinamiento de píldoras, también se tomó un tiempo para ordenar las habilidades y artes marciales que había aprendido.
Al mismo tiempo, Lin Fan no ignoró su entrenamiento de cultivo. Sabía claramente lo que era no tener fuerza ante la adversidad en el mundo de Xuan Huang; era como ser una hormiga, lo más indefenso posible.