En ese momento, todos los presentes contuvieron la respiración. Así ocurrió fue especialmente en el caso de las tres Hermanas Sénior de Lin Hanyu, cuyos ojos brillaba con miradas de terror. Tenían la sensación de que algo terrible estaba a punto de suceder más adelante.
–¿DE VERDAD VAS A MATARME? –Ning Tiekun gritó a pleno pulmón mientras sus ojos se abrían de par en par como los de una vaca. De hecho, su voz casi se había vuelto ronca por eso.
–¿Y ahora qué? ¿Hay alguna razón por la que no deba matarte? –Lin Fan preguntó con frialdad. Era totalmente indiferente a una existencia como tal. Cada uno que mataba era solo uno más, y eso fue todo. Aunque tuviera algún status propio, ¿y qué? Lin Fan lo jodería hasta la muerte sin discutirlo de todas formas.
Cuando Ning Tiekun escuchó esas palabras, todo su corazón se congeló. Podía sentir el instinto asesino que emana de la otra parte, causando que gritara.