—Sabes lo que es valioso en este cadáver seco, ¿cierto?
El calor en los ojos de Xiao Yan fue retirado lentamente mientras repentinamente miraba a Zi Yan junto a la mesa. Habló fervientemente. De no ser por el empujó de esa niña, era probable que él jamás hubiese descubierto que esa garra revelaría una escena tan misteriosa después de ser cocida por la Llama Divina.
Xiao Yan miró esa espina rojo verdosa que era excepcionalmente afilada a pesar de su pequeño tamaño. La agarró y la pasó suavemente por la superficie de la mesa. Inmediatamente, la dura mesa que estaba hecha de madera solida se rompió como tofú. El punto donde se rompió era tan liso como un espejo.