Xiao Yan, quien estaba en el valle, abrió sus ojos repentinamente en el momento en que su cuerpo espiritual se volvía nada. Un sudor frío cubrió su frente. Sus ojos contenían una leve sorpresa. ¡Podía garantizar que el lugar que había visto antes con la ayuda del grabado de fuego espiritual que su maestro había dejado definitivamente era el misterioso Salón de las Almas!
La cueva emitió un sonido de respiración un tanto ansiosa y pesada. Después de un largo rato, desapareció gradualmente. Xiao Yan limpió el sudor frío que cubría su frente. Se sentó sobre una roca detrás de él y se adentró en sus pensamientos.