Siendo el anfitrión, Mu Tie preparó en un espacioso salón en la mansión de la ciudad del gobernador el asiento para Xiao Yan y su grupo antes de regresar a su propio asiento. Al mismo tiempo, ordenó a las criadas que sirvieran té pareciendo bastante considerado.
—Jeje, sí que es inesperado que tres años después de separarnos la fuerza del hermano Xiao Yan realmente llegase a ese nivel —Mu Tie alzó su taza de té y dio un sorbo antes de reír. Su mirada recorrió inmediatamente y sin dejar rastro a Xiao Li, Lin Yan, y a los otros que estaban junto a Xiao Yan. Él sentía que su corazón estaba algo nervioso. Entendía claramente que lo más aterrador del regreso de Xiao Yan en ese momento no era su extraordinaria fuerza propia sino esas personas fuertes que él había reunido de algún lugar desconocido. Cualquiera de esas personas que estaban sentadas ahí probablemente sería suficiente para competir con los Diez Fuertes del imperio.