La cosa que despertó a Xiao Yan de su estado de entrenamiento fue la vieja voz leve que sonaba constantemente en su corazón.
Los ojos bien cerrados de Xiao Yan se abrieron lentamente después de escuchar la voz de Yao Lao. Su mirada vio la densa llama blanca cada vez más ilusoria sobre su cuerpo y su corazón se hundió involuntariamente un poco.
—Muchacho, ya he alcanzado mi límite…
Yao Lao suspiró lentamente después de haber parecido sentir que Xiao Yan había despertado.
Xiao Yan asintió un poco mientras hablaba suavemente.
—Maestro, has trabajado duro…
—Jeje.
Yao Lao rio. Su risa tenía una fragilidad que era difícil de ocultar.
—En otro par de minutos, tendrás que bloquear el refinamiento de la Llama del Corazón Caído por tu cuenta. Espero que seas capaz de aguantar…
Xiao Yan estuvo en silencio. Después de un momento, sonrió amargamente y dijo.
—Haré lo que pueda como persona. El resto depende del destino…