Una niña que llevaba puesto un vestido blanco se paró en la entrada de una habitación de entrenamiento mientras se apoyaba a una pared. Miró a todos en el área de descanso. Aunque ella parecía que no representaba ninguna amenaza para los humanos o las bestias, la ferocidad que estaba débilmente contenida en esas pupilas hizo que esas personas cuyas miradas se cruzaban con la suya sintieran que el sudor frío aparecía en sus espaldas.
—Jeje, en realidad es la sénior Zi Yan —la expresión de Liu Qing también cambió un poco en el momento en que apareció la niña. Él parecía mucho mejor en comparación con los demás ya que inmediatamente le habló a Zi Yan con una sonrisa. Sin embargo, ese trato que usó le daba a uno una extraña sensación. Solo piensen, un hombre que parecía un gorila enorme en realidad le hablaba de una manera aterrada y respetuosa a una niña, que en altura le llegaba a su cintura. Era probable que nadie se atreviese a pensar que eso era una situación ordinaria.