Xiao Yan se desplomó en una silla en el espacioso gran salón mientras escuchaba a Xun Er hablarle de la situación de la Puerta Pan después de que él se fuera. Ocasionalmente, estiraba su perezosa cintura y dejaba salir un gran bostezo. Su actitud perezosa hizo que Xun Er dejara de hablar y sacudiera su cabeza con impotencia.
—¿Cómo están las heridas de Hu Jia? —Xiao Yan sonrió y le hizo una pregunta. Su ánimo se elevó ligeramente cuando vio a Xun Er dejar de hablar impotentemente.
—Sus heridas son bastante serias esta vez. Sin embargo, con las píldoras medicinales que refinaste, solo es cuestión de tiempo antes de que se pueda recuperar por completo. Además, por las fluctuaciones en su respiración, parece que hay débiles rastros de ella estando a punto de avanzar a Da Dou Shi de nueve estrellas —Xun Er sonrió y respondió.