Siguiendo el flujo del tiempo, la noche se desvaneció. Cuando la primera luz matinal del cielo distante se derramó sobre la tierra, las señales de vida volvieron a brotar en la Cordillera de Bestias Mágicas, la cual estuvo toda la noche en silencio. Un incontable número de aves enormes cantaban al unísono, su canción permanecía en el bosque y tardaba un largo rato en desaparecer.
Una roca enorme de repente rodó hacia un lado y cayó por el precipicio. El fuerte sonido que emitió al caer aterró a las bestias aladas que permanecían cerca hasta que extendieron rápidamente sus alas y huyeron.
Luego que la roca de montaña cayera, una entrada de cueva negra y oscura fue revelada. Una figura con túnica negra salió inmediatamente. Entrecerró sus ojos rasgados mientras los movía por el cielo azul parcialmente cubierto, oculto detrás de la densa niebla. Exhaló suavemente y dijo con suavidad:
—Maestro, ¿hay rastros de los discípulos de la Secta de las Nubes Brumosas cerca?