En la enorme plaza, la mayoría de los alquimistas se alegraron en lo que inspeccionaron la fórmula, encendieron inmediatamente sus llamas de Dou Qi y comenzaron a preparar las medidas para refinar las píldoras.
Claro, entre tantos alquimistas, naturalmente había algunos precavidos que se sorprendieron y dudaron al ver la prueba tan simple, pero al no descubrir nada extraño, ellos solo pudieron sacudir sus cabezas, y encender sus llamas…
Xiao Yan observó firmemente las crecientes llamas púrpuras en el caldero.
Luego que la llama alcanzase una temperatura suficiente, él comenzó a arrojar lentamente los ingredientes medicinales, uno por uno. Sus pupilas se contrajeron mientras él comenzaba a refinar lentamente.