El rostro de Xiao Yan estaba calmado mientras veía la píldora salir disparada del caldero. Su palma liberó una fuerza de succión que la arrastró hasta su palma.
El instante en que la píldora entró en su mano, la poca arena restante finalmente cayó. En el enorme campo abierto, cientos de luces rojas se encendían detrás de esos alquimistas que aún no habían terminado de refinar la píldora.
Mirando con decepción la parpadeante luz roja, esos alquimistas sonrieron amargamente y tomaron sus respectivos calderos, sus rostros estaban abatidos mientras ellos salían de la plaza.
De pie detrás de la mesa verde, Xiao Yan miró a los participantes retirarse uno tras otro. Sus ojos se movieron alrededor, un tanto asombrado ante su descubrimiento. Esa era solo la primera ronda de evaluaciones y aun así inesperadamente un tercio de los participantes habían sido eliminados. Él suspiró mientras pensaba en la severidad y dificultad de la Gran Reunión.