Viendo al anciano frente a él que estaba cubierto con una misteriosa y demoníaca capa de hielo blanco, Xiao Yan soltó un suspiro de alivio. Él movió su mano apologéticamente hacia el anciano antes de voltearse e irse.
—Chico, realmente te subestimé —justo cuando Xiao Yan estaba volteando su cuerpo, la voz cansada del anciano fue liberada desde la capa de hielo.
Deteniendo sus pasos, Xiao Yan inclinó su cabeza y observó al anciano en la capa de hielo abrir lentamente sus ojos. Sin embargo, Xiao Yan no sintió pánico alguno en su corazón. Esto era porque él sabía que con la fuerza que el anciano tenía actualmente, era imposible para él romper la barrera que Yao Lao había colocado.
Suspirando, Xiao Yan sonrió amargamente.
—Anciano, ya le he dicho que no tengo intención de volverme su enemigo. Es sólo que esta cosa es realmente importante para mí, por eso…