Xiao Yu estaba perpleja tras escuchar las palabras de Xiao Yan. Con cada segundo que transcurría, mientras luchaba contra su captor con todo su poder, su rostro se ponía más rojo con esfuerzo e ira. Sin embargo, Xiao Yan demostró ser más fuerte. Comenzó a frenar de manera más firme las muñecas de Xiao Yu, causando que sus manos se entumecieran lentamente.
Después de luchar inútilmente por otro breve periodo de tiempo, Xiao Yu fue forzada a dejar su fútil esfuerzo. Ella, sintiendo vergüenza en lo profundo, miró de mala manera a Xiao Yan, hinchando un poco su amplio pecho mientras lo regañaba.
—Pequeño bastardo. ¡Suéltame!
Xiao Yan abrió su boca, respingando por las olas de dolor que bañaban a sus moretones le provocaban. Dio unos pocos respiros profundos y miró con desdén.
—¿Soltarte? ¿Fui golpeado por nada? ¡Dije que iba a violarte hoy!