Viendo a Xiao Yan que había saltado al loto verde, Yao Lao sacudió impotentemente su cabeza. Xiao Yan obviamente no había superado su shock: ¿él realmente creía que ese loto verde podía ser cortado directamente?
Yao Lao soltó un suspiró. Él movió su palma y una fuerza de succión inmovilizó el cuerpo de Xiao Yan justo encima del loto verde antes de echarlo hacia atrás y arrojarlo junto a Yao Lao.
—Estúpido —inclinando su cabeza y viendo que Xiao Yan estaba mirándolo de forma confundida, Yao Lao rio amargamente y sacó una espada de metal del anillo de almacenamiento. Luego de eso, él aleatoriamente la arrojó hacia el loto verde.
Cuando la espada de metal estaba a punto de llegar a un punto por encima del loto verde, una llama verde pálido de repente fue escupida del loto verde. La espada de metal fue reducida a un líquido retorcido en un parpadeo.