Lucien continuó tocando. Solamente podía presionar las teclas una por una, pues la habilidad requerida en la sinfonía sobrepasaba por mucho su nivel de principiante. Lott, Felicia y Herodotus sintieron como si un pesado martillo estuviera golpeándoles la cabeza. Su ansiedad y enfado estaban acumulándose.
—¡Suficiente! —gritaron Herodotus y Lott al mismo tiempo.
—¿Qué? —Lucien giró la cabeza y los miró con inocencia—. El Señor Victor nos pidió que practicáramos. Y yo estoy practicando. ¿Qué están haciendo ustedes dos?
—¡Lucien! —Apretando los puños, el rostro de Herodotus se puso rojo de la ira. Sin embargo, él era demasiado pequeño y delgado para pelear. Lucien había estado practicando cómo luchar durante un tiempo, y le llevaba media cabeza de estatura. Unos segundos después, Herodotus agitó su puño en el aire.
—No quiero que el Señor Victor me castigue por darte una paliza —entonces, dio media vuelta y salió hecho una furia de la habitación de práctica.