En la inagotable luz de la luna de plata, apareció una fina línea negra y se hizo cada vez más grande.
Era una larga espada cubierta de llamas negras. El fuego negro ardía de una forma tan intensa que parecía que podía devorar cualquier cosa.
Francis, quien estaba a cierta distancia, solo pudo notar que el negro atraía toda la luz. Incluso el tiempo se ralentizó y se solidificó en ello.
Pero pronto se percató de que aquello era solo su ilusión, ya que vio los colores verde oscuro y blanco grisáceo así como la brillante e inflexible luz que salía de la oscuridad.
Al final, la oscuridad volvió a saturar todo y se retiró en un segundo.