Mi vida te pertenece...
Con aquella frase, la melancolía que estaba creciendo en su corazón desapareció.
Mu Xiaoxiao giró su rostro hacia él. Lo miró a los ojos y le preguntó curiosa: —¿De verdad?
Tu vida me pertenece, ¿así que sólo yo soy capaz de controlarla?
¿Y nadie más?
—Sí, de verdad —Yin Shaojie asintió serio con la cabeza. Luego, sonrió malicioso acercándose, y mirándola con unos ojos que parecían ver a través de ella, le dijo—. Así que, ¿qué quieres hacerme? Puedes hacer lo que quieras.
¿Por qué aquella última línea sonó tan sugerente?
Mu Xiaoxiao se sonrojó, empujándolo un poco. —¡Quién quiere hacerte algo a ti!
Cuando ambos estuvieron demasiado cerca, su corazón latió sin control.
Era mejor que mantuvieran la distancia.
No quería que él oyera lo salvaje que le latía el corazón, ¡definitivamente se reiría de ella!