Como ella ya se había quedado dormida, él también podría…
El impulso de Yin Shaojie lo tentó como los gritos de un demonio cuando finalmente cedió ante él. Bajó la cabeza y pudo oler el aroma de una joven mujer que venía de ella, un aroma tan puro y agradable.
No era como otras chicas cuyos cuerpos siempre llevaban el aroma de perfume u otros cosméticos, todos hechos de artificiales esencias fragantes. Siempre le habían disgustado esos aromas.
Sin embargo, Mu Xiaoxiao era diferente. Su cuerpo llevaba una fragancia natural que hacía que uno se sintiera muy cómodo.
De pronto, recordó que cuando ella era joven, su cuerpo siempre llevaba el aroma a leche. Era especialmente agradable y siempre lo tentaba permanecer cerca de ella.
En esa época, la desgraciada era muy pegajosa.
Era más o menos la época en la que ella justo aprendió a caminar. Caminaba como un pingüino, balanceándose de lado a lado.
