Cuando la dejó volver al asiento delantero del pasajero, no pudo evitar pellizcarle las mejillas y regañarla, diciéndole: —¡Ya veremos si te atreves a beber la próxima vez! Ni siquiera puedes soportar el licor. ¿Por qué bebiste? ¡Eres una tonta!
—¡Bua! —refunfuñó Mu Xiaoxiao— Esto apesta…
Yin Shaojie acarició suavemente su frente. —Muy bien, volveremos a casa inmediatamente. Te traeré una medicina para la resaca. Puedes dormir un poco más y estará bien.
Mu Xiaoxiao estaba callada. Su cabeza se inclinó en el respaldo del asiento, aún frunciendo el ceño y pareciendo como si le doliera.
Yin Shaojie no podía ayudarla. Le abrochó el cinturón de seguridad, volvió a su asiento y condujo a casa.
…
De vuelta a casa, la subió al departamento.
La puso en la cama y la acostó. Cuando estaba a punto de irse para comprar algunas medicinas para la resaca, ella tiró de su ropa.
—Jie no te vayas…—dijo de pronto con una voz suave.