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Si no fuera por él siguiéndola en secreto, preocupado de que pudiera verse atrapada en algo malo, no habría descubierto que se la habían llevado.
«¿Ésta condenada no tenía interés en su propia seguridad?»
Mu Xiaoxiao vio por su mirada que estaba enojado con ella. Al principio iba a responderle, pero luego, al darse cuenta de que realmente tenía la culpa, dijo: —Está bien, está bien, me equivoqué. No te enfades, ¿sí?
Además, ¿no fue bastante interesante que conocieran a una celebridad tan casualmente?
Yin Shaojie la miró. —¡Cuando regresemos, te voy a dar una palmada en tu pequeño trasero! Debo enseñarte una lección, de lo contrario, nunca la recordarás.
La cara de Mu Xiaoxiao estaba roja. —¡Estás enfermo! No soy una niña, ¿por qué tienes que nalguea...?
—No te preocupes. Después de nalguearte, te daré un masaje y te besaré. —bromeó.
Mu Xiaoxiao no pudo evitar imaginar la escena tal como la describió y su rostro se puso rojo.