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—No.
—No comiste de nuevo. Incluso si estás ocupado con el trabajo, tienes que comer regularmente. Tuviste algunos problemas estomacales la última vez, pero aún no estás comiendo bien. Más tarde, te vigilaré y me aseguraré de que comas.
—Bueno.
Uno seguía parloteando mientras el otro se ahorraba sus palabras. Y así conversaron durante el camino a casa.
Afortunadamente, fue un viaje corto, de lo contrario Han Qiqing se cansaría de hablar.
Al llegar, los ayudantes ya habían preparado los platos.
Oliendo el olor de sus platos favoritos, el glotón en ella se despertó.
No había comido mucho en la residencia Yin porque la mayoría de los platos eran demasiado ligeros, por lo que todavía tenía mucha hambre.
—Hermano, ¡voy a comer contigo!
Después de saciarse y eructar, Han Qiqing se sintió mejor que antes.
Justo cuando se sentó en el sofá, ese helado hermano de ella se acercó y le dio algo.
