Mu Xiaoxiao asintió. Lo acompañó y se acostó en la cama.
Una suave brisa entró desde el balcón. La fuerza aplicada sobre sus hombros era la correcta, poniéndola en un estado cómodo y somnoliento.
—Ah... Así, ahí. Más fuerte... sí. Un, uh... Sí...
Cerrando los ojos con alegría, no se dio cuenta de que algo se estaba gestando profundamente en los ojos del demonio sobre ella.
Su mano comenzó en sus hombros, bajando lentamente, masajeando su espalda y luego llegó a su cintura.
—Un poco en el medio... —Mu Xiaoxiao lo guio.
—¿Aquí? —preguntó con su voz ronca. Pero sus palmas anchas no escuchaban las órdenes mientras bajaban hasta su cintura, levantó las esquinas de la camisa, sus palmas calientes se sentían sobre su piel.
—Ey. —Mu Xiaoxiao se dio cuenta y lo llamó para detenerlo.
