Sin embargo, nadie se atrevió a expresar sus preocupaciones al ver la mirada en el rostro del presidente Yin. Ni siquiera se atrevieron a respirar, y sólo esperaron a que el rey emitiera su próximo comando.
Yin Shaojie asintió. —Ya que no hay nada más que añadir, esta reunión ha terminado.
Todo el mundo se quedó sin palabras.
«Tú eres el Presidente y la reunión termina cuando tú decides que termina. No tenemos ninguna objeción. ¡No nos atreveríamos a tener objeciones!»
Por lo tanto, todos tácitamente empacaron y salieron de la sala de reuniones a toda prisa.
Han Qiqing todavía estaba aferrada a su teléfono, aturdida. Se había olvidado de responder a Mu Xiaoxiao.
Yin Shaojie dio la vuelta a su silla y estiró la mano. Con una expresión de un maestro en su rostro, dijo: —Dame el teléfono.
Han Qiqing todavía quería cotillear con Mu Xiaoxiao sobre lo que sucedió, pero vio su mano extendida y la cara un poco enojada del Gran Maestro Yin.
