Sólo era un trozo delgado de tela. ¿Cómo pudo soportar sus movimientos bruscos?
Aquellos suaves bultos en su pecho fueron revelados casi por completo...
Ye Sijue respiró hondo y se levantó de la cama. De repente, se acercó y la tomó.
—... ¿Qué estás haciendo? Un-uhh, déjame ir...
El cuerpo de Mo Xiaomeng estaba debilitado y casi tenía la misma fuerza que un mosquito.
—¡Cállate! —dijo Ye Sijue con frialdad.
Mo Xiaomeng hizo un puchero mientras era llevada al baño y colocada en la bañera.
Al segundo siguiente, una corriente de agua le cayó en la cabeza.
Mo Xiaomeng sentía su cuerpo caliente cuando de repente la mojó el agua fría y no pudo evitar temblar.
—¡Está muy fría! ¡Muy fría!
Ye Sijue le pellizcó la barbilla y la obligó a inclinar la cabeza hacia atrás, rociando despiadadamente el agua fría en su pequeña cara para despertarla.