Aun cuando Mu Xiaoxiao se vio obligada a enfrentarlo, desvió la mirada porque simplemente no quería verlo.
Yin Shaojie nunca había estado tan nervioso. Desde que era niño, podía obtener lo que quería y no había nada que no pudiera conseguir sin ningún problema. Nunca le había pasado algo así, donde casi le quería rogar que le creyera y que no lo dejara.
—¿Sigues sin querer verme? ¿No me volverás a mirar? ¿Pretendes olvidarme y no regresar a China nunca más?
Su voz se volvió fría paulatinamente, como si de todo su ser emanara antipatía.
—Yin Shaojie... —los labios de Mu Xiaoxiao se movieron cuando por fin empezó a hablar, con la voz ligeramente ronca—. Durante los últimos dos días, he estado pensando en si de verdad te conozco.
«¿Fue debido a tu resuelto beso que se creó una ilusión en mí que me hizo pensar que me gustabas?»
Gustar de alguien no debería ser algo superficial.