—Yo, ¡por supuesto! —la otra chica levantó la barbilla y le dijo directamente al vendedor.
El actuar de Mu Xiaoxiao era mucho más digno. Miró al vendedor y le dijo: —Quiero éste vestido. Bájalo y me lo cambiaré de inmediato.
—Tú —la otra chica estaba furiosa. En ese momento, su teléfono sonó.
Ella respondió de prisa. Con una voz coqueta, dijo: —Querido, date prisa por aquí; ¡Me han intimidado! ¿No dijiste que me dejarías elegir cualquier prenda que quisiera como regalo de cumpleaños? ¡Hay una puta tratando de competir conmigo por ello!
Al escuchar estas palabras, Mu Xiaoxiao sonrió con desprecio.
Era obvio que esta chica no podía permitirse comprar ropa en esta tienda y sólo podía rogarle a un hombre que la ayudara.
Mu Xiaoxiao sacó su billetera de su bolso y la abrió. Quería sacar una tarjeta para pagar el vestido en ese momento, pero su mano se congeló.