Había una cajita en la mesita de noche.
Yin Shaojie supo lo que era incluso sin necesidad de examinarla, pero aun así la cogió para comprobarlo, pronunciando un sonido de exclamación mientras lo hacía.
No eran Durex, sino Okamoto[i] esta vez.
Sin embargo, lo más divertido era: ¡Qué tenían sabor a fresa!
Un condón con sabor a fresa…
Yin Shaojie miró en dirección a la ducha. Fue una suerte que la chica aún se estuviera duchando, o hubiese sido incómodo si hubiera visto eso.
Por curiosidad, abrió la caja. ¡Había siete de ellos dentro!
No sabía si reír o llorar. ¿Qué estaba insinuando su madre?
¿Esperaba que lo hiciera siete veces en una sola noche?
Yin Shaojie sacudió la cabeza. Abriendo el cajón del armario, tiró los condones Okamoto dentro de él y lo cerró de golpe.
Sin embargo, aunque los condones estuviesen fuera de vista, su imaginación estaba comenzando a desbordarse incontrolablemente…