—Qui… quiero pañuelos…—dijo avergonzada Mu Xiaoxiao, aún sollozando. Y aunque las luces de la sala no iluminaban mucho, al estar recostada en su pecho pudo sentir que su camisa estaba muy mojada y no quiso incomodarlo más dejando sus mocos sobre ella.
Yin Shaojie no la liberó de su abrazo, pero se giró ligeramente y estiró su largo brazo para alcanzar algunos pañuelos para en la mesa de café que estaba detrás de él.
—¿Llorar te hace sentir mejor? —le preguntó amablemente, en contraste con su tiranía y antipatía habitual.
Mu Xiaoxiao asintió y limpió su nariz con el pañuelo.
Al ver que era tarde y el repartidor de comida podía llegar en cualquier momento, él preguntó: —¿Podemos encender las luces ahora?
—Está bien —Mu Xiaoxiao asintió de nuevo, actuando muy obediente.
Yin Shaojie no pudo evitar sonreír.
Si esta bruja se comportara así másseguido ¿no sería eso maravilloso?
