La niña preguntó con curiosidad: "¿Por qué tienes que encontrarlo? ¿No puedes hacerlo la próxima vez?"
"Porque…" El niño la miró. "Quiero pedir un deseo".
"¿Qué deseo?" La niña lo miró con sus grandes ojos.
"Mi deseo es..." El niño hizo una pausa y frunció los labios antes de decir: "Quiero que seas feliz. ¿No fuiste infeliz hoy? Incluso lloraste. No quiero verte llorar. Quiero hacerte un deseo para que nunca llores y seas feliz todos los días".
Al escuchar esta respuesta, la niña sonrió alegremente y saltó hacia adelante, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
"¡Tu eres muy bueno para mi!"
El niño aterrizó, sentándose en el suelo. Temeroso de que se cayera, la abrazó con las manos.
La niña se rió y le dijo: "¡Estoy muy feliz! ¡Estoy súper feliz! Entonces, ya no tenemos que buscar el trébol de cuatro hojas. ¡Vamos a comer!".
Levantándose, tomó su pequeña mano y tiró de él hacia adelante.