Ya estaba muy asustado, pero la amenaza en el rostro de su padre, junto con su conciencia culpable, le disuadió de admitir el problema que había causado. En su lugar, intentó desestimar la advertencia del viejo con unas pocas palabras.
—Papá, realmente no conozco a nadie que se llame Maestro Mu.
—No me importa qué enredos hayas tenido con él. No quiero saber lo que le hiciste, y viceversa. En cualquier caso, ve y resuelve este asunto. Rápidamente ve y discúlpate con él.
Su hijo levantó su tono incrédulo justo cuando terminó de hablar.
—Papá, ¿qué te pasa? ¿qué te hizo ese Maestro Mu? ¡Te ves como si estuvieras a punto de explotar!
Du Boxiong ya estaba echando humo, y la insolencia de su hijo sólo alimentó su ira aún más. ¡Estaba tan molesto que quería darle una buena y dura bofetada!
Levantó la mano en alto, pero al mirar a su querido hijo, a quien había malcriado desde pequeño, perdió la voluntad de llevar a cabo aquel acto.
