Se puso en acción inclinándose y plantando un beso en su oreja con sus delgados y ligeros labios.
Han Xiaoxiao estaba allí de pie, ¡estupefacta ante esa hermosa muestra de afecto!
El corazón de Yun Shishi se saltó un latido por la obvia vergüenza. Su cuerpo se retrajo un poco mientras ella le miraba enfadada.
―Tú…
―Echa un vistazo. ¿Te gusta?
La empujó frente al espejo y le levantó el pelo para revelar el aro en su lóbulo. No dijo nada, pero sus ojos mostraron su deleite.
Le puso el otro pendiente.
La vendedora inmediatamente la alabó: ―Esta señorita se ve muy bien con estos pendientes. Señor, ¿los quiere?
―Si ―contestó a la vendedora, sin quitarle la vista a Yun Shishi ni una sola vez. Luego, casualmente, entregó su tarjeta dorada negra para pagarlos.
La vendedora todavía se preguntaba por qué el hombre no había consultado el precio de los pendientes, hasta que ella vio la tarjeta de crédito que le había entregado.