―¿Asistente Li? Ahora que mi sociedad esta complicada, ¡¿tienes las agallas de alardear de ello?!
La secretaria sonrió con moderación.
―¡No me atrevería!
A pesar de lo que acababa de decir ello, ¡su corazón estaba cantando de alegría!
¡La sonrisa en su rostro era tan odiosa ante los ojos de él!
¿Incluso una mera asistente se reía de él?
¡Perdió los estribos y gritó en la dirección de Mu Yazhe!
―¡Maldita sea con tu arrogancia! ¿Crees que me importa nuestra sociedad? ¡Qué montón de m*rda!
Cuando Lu Jingtian oyó aquello, se volvió para mirarlo fijamente y entre dientes le dijo: ―Señor Qian, usted es un hombre de negocios, así que mejor cuide de sus palabras y no destruya todos los puentes. ¿Quién es usted para criticar al Maestro Mu?
El hombre la miró y quiso rechazarla, pero decidió no hacerlo. ¡Esta Lu Jingtian no era una persona sencilla de tratar a pesar de no estar en la misma liga de poder que Mu Yazhe!