No era estúpida y podía entender claramente el motivo oculto de Jiang Yutong.
Esa mujer quería obtener información de ella.
No era ingenua, así que ¿por qué le diría algo?
Podía parecer dócil, pero no lo era. Más bien, prefería permanecer fuera de carrera. No le gustaba jugar juegos mentales o hacer todo lo posible por complacer a los demás.
Para aquellos con los podía llevarse bien, continuaría haciéndolo.
Para aquellos con los que no podía llevarse bien, nunca cambiaría su corazón.
―Shishi, ¿por qué no dices algo? ¿Te preocupa que no guarde tus secretos?
Cuando vio que mantenía su silencio, se golpeó el pecho con confianza.
―Nah. No te preocupes, no te traicionaré.
Dicho eso, se deslizó delante de ella e hizo una solemne señal de promesa con las puntas de los dedos apuntando al cielo.
―¡Lo juro, si no puedo guardar tus secretos, entonces merezco que me caiga un rayo encima!