¡Tal proximidad sólo logró que aumentara su incomodidad!
Viendo que su malvado y encantador rostro estaba tan cerca, ella lo empujó, impotente, contra su pecho.
¿Por qué este hombre no puede sentarse solo? ¿Por qué de repente me tiró…?
¡Hay alguien más en el coche!
Yun Shishi giró su rostro en un instante, pero sus elegantes dedos apretaron fuertemente su barbilla y la obligaron a enfrentarse a él. Los ojos de ella se entrecerraron y se humedecieron con dolorosas lágrimas mientras se veía forzada a mirar su cara. Sus labios suaves y rosados translúcidos parecían como deliciosas cerezas.
Puso sus labios sobre los de ella, que sabían incluso mejor que en su imaginación.
Una vez que empezó a besarla, no quiso detenerse.
Al principio, su beso fue suave, pero luego su impulso se apoderó de él.
―¡Basta, Mu Yazhe!
―¡No es suficiente!
―¡Tú!