―Pequeña, dime, ¿qué te he enseñado hasta ahora?
Mientras pronunciaba esas palabras, se acercó descaradamente para tocarle el pecho mientras inclinaba la cabeza para morderle el labio inferior. La punta de su lengua pasó por encima de ellos mientras él se reía lascivamente.
―¿Quieres decir esto?
¡Estaba claro que no le había enseñado nada útil excepto cosas abominables!
Ella pegó un grito y lo alejó a la fuerza. La ira se apoderó de sus ojos.
―¿Qué… qué estás haciendo?
Estamos dentro de un ascensor, que puede detenerse en cualquier momento para que ingresen los pasajeros. ¡¿Cómo es posible que no pueda refrenar su comportamiento pervertido aquí?!
Cuanto más profundamente pensaba en ello, más avergonzada y molesta se sentía.
En ese instante, sonó el celular de él.
Ella suspiró, aliviada, pensando que el hombre contestaría la llamada y evitaría el desastre.