La multitud miró al hombre con incredulidad, y se volvieron para mirar a Li Qin. ¡Ahora estaban confundidos!
¿No había dicho que su hija estaba saliendo con grandes jefazos?
¿Podría ser que hablara de ese hombre?
Li Qin había sufrido un duro golpe. El hombre preguntó una vez, y todos se quedaron en silencio.
¿Quién se iba a atrever a confesarle?
Confrontando con la intensa aura que irradiaba, todos perdieron la ira que sentían y bajaron la cabeza torpemente, aparentando que se encargaban de sus propios asuntos.
―Tú…¿Quién eres tú para nuestra Shishi?
Li Qin finalmente se armó de valor para preguntar.
Yun Shishi frunció las cejas en muestra de asco.
―¿Nuestra?
¿Cómo podía, inesperadamente, cambiar ciento ochenta grados la actitud de su madre adoptiva?
―¿Quién es ella?
Él echó un vistazo a su madre adoptiva, y luego bajó la cabeza para preguntar.