Ella no se detuvo. Lloraba con tanta emoción y desesperanza que parecía que se había caído el cielo y que la tierra se había partido en dos.
Él inclinó su cabeza de nuevo y chupó sus labios, con la esperanza de detener su llanto. Se podían ver las marcas disparejas de sus dientes en los labios suaves de Yun Shishi.
Eso no detuvo su llanto. Es más, sus lágrimas caían con más furia que antes.
Una expresión lúgubre se apoderó de su rostro y lo besó con mayor agresividad, mientras le decía entre jadeos: —Para de llorar.
La mujer que tenía entre sus brazos no evitó ni aceptó sus besos. Su tono gentil no detuvo su llanto. Ella solo enterró su rostro entre sus palmas mientras lloraba, rehusándose a reconocer su presencia o mirarlo.
Esto lo hizo arrugar su frente.
Ella le estaba haciendo la ley del hielo.