Lin Che lo fulminó con la mirada.
—¡¿A quién le gustarías?! ¡Eres demasiado narcisista!
Gu Jingze se tomó el rostro y la observó.
—Pero cuando te besé ayer, claramente te gustó.
—…
Lin Che chasqueó con la lengua y exclamó:
—"¡¿A quién le gustó?! T-t-tú… deberías ser más claro. Estaba asustada, ¿bien?
Gu Jingze entrecerró los ojos.
—¿De verdad estabas asustada? ¿Por qué sentí como si lo disfrutabas?
—¡Te equivocas!
Gu Jingze sonrió con aire siniestro, y de forma seductora, su boca dibujó una sonrisa.
—Lo sabré si lo siento otra vez —mencionó a medida que se acercaba a ella.
Lin Che estaba sorprendida por ese sorpresivo movimiento y se echó rápido para atrás. Sin embargo, Gu Jingze se hizo hacia adelante. Una mano estaba sobre el sofá mientras que la otra le tomaba su mano que lo empujaba. Al final, le tomó la muñeca y la sostuvo contra el sofá.
Sorprendida, Lin Che le pidió: