Nadie en la habitación estaba de pie, todos se arrodillaron ante Mo Jingyan y Mu Feiran.
Además de sentirse sorprendida, Mu Feiran abrió ampliamente los ojos y miró al hombre que la llevaba. Se sintió muy agradecida en ese momento, ya que sabía que él estaba intentando vengarse de ellos por ella. Pero al mismo tiempo, se sentía muy incómoda.
Mo Jingyan dijo: —Bien, los que están en el frente... cada uno de ustedes tiene que darle a la señorita Mu diez millones de dólares como forma de compensación. En cuanto a los de atrás...
Miró fríamente al hombre que fue la última persona en arrodillarse. Haría lo que había dicho y en ese momento, esa mirada helada hizo que el hombre se sintiera muy cerca de la muerte.
—Le corto una de sus piernas como recuerdo.
—Ah... —El último hombre se puso terriblemente pálido y sudaba profusamente. Cayó de bruces y gritó—: ¡No, te lo ruego! No me hagas esto...