—¡Lárgate! No lo digas más —contestó ella y le cubrió la boca apresuradamente ya que no deseaba oír hablar de temas relacionados con la muerte.
Aunque ella se sintió menos enojada después de escuchar lo que él dijo... Sin embargo, ella no quería perdonarlo tan fácilmente.
Ella lo miró y respondió: —Está bien, no me voy.
—¿De verdad? —preguntó Gu Jingze y sus ojos brillaron.
—Pero tampoco quiero volver a la residencia Gu.
... Gu Jingze la miró y preguntó: —¿Qué quieres decir? Esa es tu casa. Siempre lo fue.
Lin Che respondió: —Si quieres que cambie de opinión, tienes que confiar en tu propia capacidad. ¿Cómo puedes llamarte a ti mismo un buen hombre si recurres al engaño o al rapto por la fuerza? Quiero vivir afuera, iré a comprar una casa y viviré allí por ahora, hablaremos del resto más tarde.