En poco tiempo, Mo Huiling fue llevada al hospital.
Sus amigas la siguieron al hospital. Mo Huiling se agarraba del vientre mientras soplaba y resoplaba de ira.
Paradas a su lado, decían: —Huiling, nosotras tampoco podíamos hacer nada. Queríamos ayudarte, pero estoy segura de que sabes lo aterrador que es Lu Beichen. Siempre ha sido muy extremo, sin lugar a dudas no podemos ganar contra él, así que...
—Olvídenlo, está bien.
Aunque Mo Huiling sintió que no eran verdaderas amigas, decidió dejarlo ir después de pensarlo. Si estuviera en su lugar, tampoco se habría atrevido a hablar imprudentemente.
Sin embargo, Mo Huiling seguía aferrada a su cama con furia. Al ver a su padre corriendo hacia ella, le dijo: —Padre, Lin Che fue demasiado. Mira, ella me persiguió así como así. Mi pobre vientre, si a mi hijo le pasa algo, aunque sea un poco, no la dejaré en paz. No los dejaré en paz.