Tan pronto como Lin Che se subió al auto, se desmayó en los brazos de Gu Jingze.
Lin Che no tenía idea de porqué estaba tan débil repentinamente, pero Gu Jingze lo atribuyó a sus antiguas lesiones que aún no habían sanado del todo. A pesar de que sus heridas habían sanado por fuera, debió perder mucha sangre en ese breve tiempo. Era seguro que eso debió haberla debilitado hasta ahora.
Gu Jingze la llevó a la casa y la dejó en su cama. Sus ojos se tornaron más oscuros al ver sus labios agrietados y su ceño levemente fruncido.
"Maldita mujer… siempre metiéndose en problemas".
Estiró su mano y le acarició la frente con suavidad.
Sintiéndose un poco mejor, ella relajó el ceño.