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Chapter 6 - Capítulo 6: Vida de casados

—Eso no será necesario —respondióél, estirando su manta—. Yo dormiré en el sofá. Tú duermes en la cama.

Él se consideraba un caballero, así que lo correcto era rechazar su pedido.

Si bien Lin Che podía quedarse dormida en cualquier lugar, para alguien como Gu Jingze que vivía en una enorme casa, no era fácil adaptarse a los inconvenientes.

—Está bien, de verdad. Yo dormiré en el sofá. Estoy acostumbrada a hacer eso en casa. Con tu tamaño, te sería incómodo dormir en el sofá—insistió ella. Parada a su lado, estaba preparada para atajarlo del brazo. Pero antes de que pudiera tocarlo, la bloqueó con el codo.

Lin Che cayó al suelo y miró a Gu Jingze, quien había hecho que sus buenas intenciones se desvanecieran por completo.

Ella le ofreció dormir en la cama porque quería que se llevaran bien, pero su simple toque fue suficiente para causarle disgusto. Así, su ira comenzó aumentar poco a poco.

—Gu Jingze, ¿estás loco? ¡Olvida mi amabilidad para que yo sea la que duerma en el sofá! ¡¿Qué fue eso?! —gritó Lin Che levantándose.

Gu Jingze levantó sus impecables cejas, bajó la mirada y se dio palmaditas en la parte del codo que ella había tocado. Miró con calma a la agotada mujer que estaba a su lado y dijo con frialdad:

—Déjame aclarar una cosa: tú hiciste que todo esto sucediera. Ahora dices que estabas siendo amable. ¿No crees que ya es un poco tarde?

—Incluso… incluso si te drogué, no hice que me sometieras. Tu-tu pudiste solo haberme frotado; sin embargo, me sometiste. ¡Debería ser yo la de las quejas!

Al decir eso se sintió aún más avergonzada, pero se negó a rendirse en la batalla verbal. "Fue su culpa por ser tan idiota", pensó.

—Tú...

Gu Jinze no entendía lo que quiso decir con "haberme frotado", pero cuando lo entendió, le pareció inaceptable que una mujer pudiera ser tan grosera. Otra capa de hielo pareció congelarse sobre su cara mientras apuntaba su delgado dedo hacia la puerta.

—¡Vete!

Lin Che se quedó helada. No entendió qué pasaba por su mente cuando decidió discutir de forma impulsiva con él.

Cuanto él más la despreciaba, ella más se enojaba. Mirándolo de reojo, saltó sobre su espalda.

—¡Oh, no! ¡Hay una rata! ¡Qué espantoso! Las ratas son a lo que más temo.

Ya que ella le disgustaba, decidió irritarlo aún más apegándose a él.

Gu Jingze se tensó. Cuando el cuerpo suave y perfumado se aferró a él como un perezoso, reaccionó por instinto tratando de quitársela de encima.

—¡Suéltame! —exclamó, estirando los brazos hacia atrás para empujarla. Pero los dos suaves bultos que presionaban contra su espalda iniciaron un fuego dentro de su cuerpo.

Gu Jingze se congeló.

Aunque Lin Che era bastante alta, midiendo 1,68 metros, Gu Jingze medía al menos 1,90. En comparación con él, era mucho más pequeña.

Su cuerpo era diferente al de un hombre: suave como la seda y maleable como el agua. Se aferró a él como una delgada serpiente, haciendo que él notara que, aunque era muy alta, también era muy delgada.

Sus pálidos dedos se aferraron a sus brazos, sintiéndose reconfortantes, a pesar de que estaban fríos al tacto.

Sin embargo, durante ese tiempo, los bultos que presionaban contra su espalda se sentían cada vez más prominentes, y el cuerpo de Gu Jingze comenzó a calentarse de manera incontrolable.

"Maldición. El efecto de la droga ya debió haber pasado hace mucho tiempo", pensóél.

Sin embargo, era evidente que su cuerpo estaba reaccionando de vuelta.

—No te soltaré. Hay una rata. ¡Las ratas me dan miedo!

Ella se aferró a él como si su vida dependiera de ello, negándose a dejarlo ir. Sin embargo, sintió de repente que estiraba los brazos para agarrarla de la cintura. La sacó de su espalda y la tiró hacia abajo. Aprovechando el impulso, ella se aferró a él y ambos cayeron al suelo.

Cuando Gu Jingze se recuperó de la caída, delante de él estaban unos suaves y rosados labios. También pudo ver un poco de sus dientes blancos como perlas. Era como una invitación apasionada que le secó la garganta.

Sorprendido, Gu Jingze sin pensar apartó el delicado cuerpo que había caído sobre él.

Lin Che sintió un dolor punzante, en particular en la parte más suave de su pecho donde el brazo la había golpeado. Y le dolió tanto que empezó a llorar.

Gu Jingze empezó a calmarse cuando vio a Lin Che sentada en el suelo con las manos en el pecho mientras lágrimas corrían por sus mejillas de porcelana. De forma extraña, su corazón se sacudió en su pecho mientras notaba sus hombros temblorosos.

Algo frustrado, recuperó su racionalidad y comenzó a reprenderse a sí mismo. Era claro que se había excedido; ella era solo una niña en sus veintes que se había visto obligada a aceptar ese matrimonio sin amor.

Después de todo, era culpa de ambos. Ella no era la única culpable.

Sus lágrimas lo dejaron muy confundido. Él no sabía cómo consolar a otros, así que se quedó en silencio por un momento.

—Lo siento, me disculpo. Esta vez no fue tu culpa. Me dejé llevar por mis sentimientos. Para ser honesto, estamos en las mismas. No me he acostumbrado a tener una mujer a mi lado. No te empujé porque me caigas mal. La verdad es que... tengo una enfermedad que no me permite tocar a ninguna mujer.

Tal explicación fue inesperada. Ella levantó sus ojos llenos de lágrimas, sorprendida y, a la vez, confundida. Él pensó para sí que, ya que debían vivir juntos, debía contarle sobre su enfermedad.

Dejó escapar un suspiro y le explicó:

—No tengo problemas con otros hombres, pero las mujeres me hacen sentir incómodo. No es tan simple como no poder tocarlas. Si lo hago, hasta me salen ronchas, empiezo a vomitar muchas veces, y mi sangre fluye más rápido. Es por eso que te evité.

Lin Che no entendía.

—¿Tal enfermedad es posible? ¿Es una condición psiquiátrica?

Gu Jingze se sentó erguido como siempre. Parecía alguien por completo sano. Su mirada estaba tan calmada como el agua de un pozo. Estaba acostumbrado a su condición; después de todo, había visto a innumerables médicos durante 30 años. Solo tenía que mantener el secreto de las personas externas a su familia.

—Sí a ambas preguntas —respondió masajeándose las sienes con los dedos ligeramente doblados. Parecía un poco fatigado—. Debes mantenerlo en secreto. Te lo digo solo porque viviremos juntos. Tienes que saber que mi familia quería que nos casáramos porque, como pude tocarte, creen que puedes controlar mi enfermedad.

Así que esa era la verdad.

Lástima que estuvieran equivocados. En efecto, Lin Che no era capaz de curar su enfermedad. Sabía que lo que había sucedido entre ellos era por algunas cosas que ella había hecho.

Ella asintió con la cabeza, avergonzada.

—Por supuesto, por supuesto. No es tu culpa que estés enfermo. Lo siento, te toqué porque no lo sabía. Prometo no volver a tocarte.

Gu Jingze miró a Lin Che con dudas. Ella levantó tres dedos. Sus dedos se veían suaves y encantadores; y su mirada estaba fija en él mientras le sonreía con seguridad.

—Está bien, vamos a la cama entonces —habló Gu Jingze en voz baja, apartando la mirada.

Lin Che asintió con la cabeza con vigor. Se masajeó el pecho herido y se levantó.

—Dormiré en el sofá.

—No hay necesidad —dijo Gu Jingze recostándose en el sofá.

Dejando a un lado su culpa, Lin Che no se atrevió a tocarlo de nuevo. Encontró una manta y se metió debajo de ella.

Después de apagar las luces, la habitación se sumió en la oscuridad. Sus respiraciones se mezclaron con el aire y circularon de forma lenta.

El sofá no era cómodo, por lo que él siguió ajustando y reajustando su cuerpo. Podía escuchar bien a alguien dando vueltas sobre la cama. Frunció el ceño, molesto. Podía darse cuenta que ella estaba en un sueño profundo, pero su postura para dormir era muy antiestética.

No podría acostumbrarse de verdad a tener que compartir la habitación con una mujer (en especial con la que se había acostado). Entonces, se levantó y salió.