Gu Jingze pensó, Este cerebro de Lin Che de verdad es taba lleno de estupideces.
Pero luego de escuchar que Lin Che nunca había estado en Los Ángeles, él rápido preparó un auto y la llevó al centro comercial a comprar.
Lin Che y Gu Jingze estaban caminando por el centro comercial. De hecho, había beneficios al seguir a un tirano adinerado. Entraron a una tienda y Gu Jingze de inmediato hizo que el personal le llevara algunas carteras. Vio que no lucían mal y al instante les pidió que las empacaran.
No mucho después, Lin Che ya tenía una tonelada de cosas.
—No creí que lesionarme me daría la oportunidad de viajar al extranjero.
Je je —remarcó Lin Che.
—Ya le he pedido a personas que averigüen la causa con el equipo.
—El equipo no estará muerto de miedo si les preguntas… En realidad, no es la gran cosa. Sólo estábamos grabando. Es normal que ocurran accidentes.