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La segunda noche, Cielo no sabía si reír o llorar, ya que nunca antes había conocido a un oponente así. De hecho, había varios aspectos que sentía que le faltaban en comparación con Wang Zheng, y era como un aficionado. Wang Zheng era cuidadoso en su planificación y ejecución de las tácticas, y estaba lleno de determinación para hacerlo bien. Para él, el peligro era como un estimulante que lo empujaba hacia adelante, y Cielo, siendo un experto de Grado Terrestre, había terminado convirtiéndose en su compañero de entrenamiento.
Cielo se había dado cuenta de que Wang Zheng lo estaba agotando, pero no podía hacer mucho al respecto. Si tuviese ambos brazos él, tendría una oportunidad. Pero ese no era el caso. Con uno solo, especialmente en el bosque, había limitaciones significativas en sus movimientos. En un día típico, no se sentía tan terrible, pero como su resistencia se había agotado gradualmente, el problema se volvió más serio que antes.