746
Angela sacudió la cabeza. Fue gracioso como ella había terminado tomando partido por Wang Zheng en su lugar.
Lin Huiyin tiró de Aina mientras hablaban. Habían pasado unos días desde la última vez que se encontraron. Si fuera en el pasado, no sentirían nada, pero quizás ambas habían crecido, y además de la música, Aina era la única con la que podía comunicarse.
Aina sonrió y le dio una palmadita en la cabeza a Huiyin.
—Ya basta, no te quejes más. Sólo espera un poco más, arreglaré una misión de embajadores de paz para que salgas de aquí.
—¡Lo sabía, mi hermana es la mejor! Si me quedo aquí más tiempo con estos documentos, me aburriré hasta la muerte —exclamó con alegría, pues sabía que su hermana era la única que podía salvarla de su situación actual.
—En realidad, lo que la Primer Ministro quiere que hagas, es por tu propio bien, querida.